lunes, 5 de abril de 2010

Nuestra Manyula

Texto: Néstor Martínez
Editor Trazos Culturales
Tomado de dario co latino
www.menucultural.wordpress.com
Fotos: Equipo Infomax

La elefanta Manyula aparenta docilidad cuando se le acerca José Raúl Miranda, incluso le obedece a los gestos con que le ordena levantar la pata o abrir la trompa en la que le coloca comida. Cualquiera que trate de hacer lo mismo estaría arriesgando su vida.

A 55 años de estar en el zoológico de El Salvador, la elefanta, que cumplirá sesenta años en junio próximo, pertenece el club mundial de las especies más longevas en cautiverio. De vivir otros cinco años, estaría en el exclusivo club de las cinco más longevas, sino es que la número uno, depende de si viven las otras.



Miranda, biólogo, actual director del zoológico en el que ha trabajado por más de diez años, se le acerca a la Manyula, con apetitosas frutas, de ellas toma una sandía, se aleja, la llama para demostrar que le hace caso, pero la elefanta está entretenida con nosotros, el que escribe estás líneas y el fotoperiodista Roberto Márquez. Estira la trompa creyendo que le vamos a dar algo. Buscamos un ángulo para mejorar las fotografías, y ella nos sigue con su sinuosa trompa que se tambalea a un par de metros. Miranda sigue en intentos inútiles de que le obedezca.



“Manyula está sanita”, nos dice, que no tiene parásitos según el último examen. Su muy cuidada dieta incluye sandía, piñas, naranjas, zanahorias, plátanos, remolacha, caña de azúcar, papaya, manzana, melones, tomates, pepinos. Para mejorar el tránsito intestinal le dan melaza y afrecho.

Antes le quitaron le yuca y el elote para protegerle los dientes. Todo bajo la vigilancia de una bióloga y una nutricionista. Colaboran dos cuidadores, quienes informas a los responsables acerca de sus hábitos alimenticios o de cualquier actividad extraña de la elefanta.

“Queremos que sobreviva a sus expectativas de vida”, dice Miranda, aunque, pese al conocimiento que tienen de la elefanta y las consultas internacionales, no se atreven a dar un pronóstico de longevidad, ya superó los años que viven las especies en libertad.

La elefanta al fin se da cuenta que nosotros no le vamos a dar alimento, se marcha y se da un baño de tierra.



A punto de desistir, los ruegos de Miranda tienen éxito. Le ordena levantar el pie y para nuestro regocijo lo hace, luego levanta las manos al tiempo que dice “¡más alto!”, y le elefanta, en una muestra de sorprendente docilidad, alza la trompa. Entre sus gigantescos labios Miranda le introduce una sandía redonda.

La elefanta, contra lo que esperábamos, no se la traga, se la saca de la boca y con la trompa la deposita en el suelo para partirla en pedazos, ¡por supuesto que con la trompa!, si lo hace con una pata ni la pulpa quedaría.

Así que golpea la sandía con repetidos y suaves golpes, la reduce a varios pedazos para comenzar a devorar uno por uno, hasta que de la fruta no quedan ni rastros.

La elefanta Manyula es de la especie hindú, por ello, aunque nos parezca enorme es de estatura inferior al elefante africano. ¡Imáginense!